ReturntoMexicoEsta semana la organización Mexicans and Americans Working Together (MATT) presentó los resultados de un nuevo estudio que pone de relieve algunos cambios importantes en la migración de retorno de Estados Unidos a México. Uno de los méritos de este estudio es que nos recuerda el carácter dinámico y bidireccional de los flujos migratorios entre los dos países. Entre 2005 y 2010, 1.390.000 personas migraron de Estados Unidos a México. De ese total, 985.000 son migrantes de retorno. Curiosamente, las deportaciones (que, como sabemos, se han intensificado enormemente durante el gobierno de Obama) representan sólo el 11 % de toda la migración de retorno a México en ese período. Esto significa que un número significativo de migrantes de retorno “eligió” volver a México voluntariamente.

Entre sus principales conclusiones, el estudio muestra que “factores económicos, como la recesión en Estados Unidos, y factores políticos, como las políticas migratorias de ambos países, tienen un impacto decisivo en los patrones de migración de retorno”. El estudio también concluye que “muchos [migrantes de retorno] regresan a México por razones emocionales después de 1 a 5 años, y la mayoría de quienes regresan goza de ingresos ligeramente más altos que los que percibía en México antes de migrar a Estados Unidos”. En particular, el estudio establece que una gran parte de estos migrantes de retorno expresan un fuerte deseo de permanecer en México.

Estos resultados confirman algunos supuestos importantes. En primer lugar, que las condiciones económicas en México y en Estados Unidos son factores claves en la migración de las personas. Como hemos documentado anteriormente, durante las últimas décadas los cambios en la migración ilegal han ido a la par de las fluctuaciones en la economía norteamericana. Al mismo tiempo, el mejoramiento de las condiciones económicas en México y una amplia reforma de la ley de inmigración de México en 2011 también han tenido una influencia directa en la inversión del flujo migratorio neto entre México y Estados Unidos. Sin embargo, esto no implica que esta tendencia sea irreversible. De hecho, según un informe reciente  del Pew Research Center, la contracción en el número de migrantes no autorizados en Estados Unidos que tuvo lugar durante e inmediatamente después de la Gran Recesión se habría detenido dando lugar a un nuevo leve aumento como resultado de la recuperación económica en ese país. Ahora bien, si bien el aspecto económico es de suma importancia, éste no da cuenta por sí solo del fenómeno migratorio en su totalidad. También hay factores emocionales que vinculan a las personas con los lugares. Esto cuenta tanto para los migrantes que se sienten afectivamente atados a México como para los que están más apegados a Estados Unidos. Por ejemplo, entre los inmigrantes entrevistados para el estudio de MATT, al momento de migrar a Estados Unidos más de dos tercios sólo tenía la intención de permanecer en el país receptor de manera temporaria. La conclusión que se desprende de lo anteriormente dicho es que los migrantes tienden a venir a Estados Unidos cuando hay demanda de mano de obra y las oportunidades de empleo son insuficientes en México. Para la mayoría de los mexicanos, sin embargo, la migración probablemente no sería su primera opción.

Desde hace varias décadas  los estudios sobre migración internacional han descubierto factores estructurales que estimulan a la gente a emigrar de un país a otro. Sin embargo, sigue existiendo una opinión generalizada que establece que la migración se basa exclusivamente en cálculos de costo-beneficio de los individuos. De acuerdo con esta hipótesis simplista, la gente emigra guiada por sus propios intereses económicos. El problema con este tipo de interpretación es que no da cuenta de algunas de las causas más profundas que conducen a la migración.

Como afirma Douglas Massey, uno de los más reconocidos expertos en inmigración, una comprensión holística de la migración internacional debe como mínimo dar cuenta de ( 1 ) las fuerzas estructurales que promueven la emigración desde los países en desarrollo, (2 ) las fuerzas estructurales que atraen a los inmigrantes hacia los países desarrollados, (3 ) las motivaciones , metas y aspiraciones de las personas que responden a estas fuerzas estructurales, y ( 4 ) las estructuras sociales y económicas que conectan a las zonas de emigración y con las zonas de inmigración.

La teoría de Massey tiene (o debería tener) enormes implicancias en las políticas migratorias. Puntualmente, si las intervenciones políticas aspiran a ser eficaces y realistas, deben estar respaldadas por una comprensión a fondo de la cuestión. Por desgracia, éste no ha sido siempre el caso. Por ejemplo, muchos de los esfuerzos para frenar la inmigración ilegal hacia Estados Unidos han ignorado la naturaleza compleja de la migración internacional y, por lo tanto, no han cumplido con sus propias metas. En concreto, las políticas que intentan abordar el problema de la migración no autorizada exclusivamente a través de medidas de seguridad fronteriza han demostrado ser no sólo muy costosas sino también altamente ineficaces. Estas políticas tienden a estar basadas en una visión que concibe a los inmigrantes indocumentados como personas que optan por romper la ley, y no hace referencia alguna al contexto más amplio que hace posible que la inmigración ilegal ocurra.

Para los hacedores de políticas públicas en Estados Unidos, los resultados del estudio de MATT ratifican la necesidad de crear un nuevo sistema de inmigración legal que (1 ) sea lo suficientemente flexible para adaptarse a las fluctuaciones del ciclo económico; ( 2 ) establezca vías más efectivas para la inmigración legal, en particular en períodos de crecimiento económico, (3 ) aborde la necesidad que tiene el país de recibir a inmigrantes con distintos niveles de calificación, y no sólo a trabajadores altamente calificados, (4) establezca mecanismos de seguridad fronteriza y de aplicación de la ley migratoria en un marco de reforma más comprensivo, (5 ) reconozca el hecho de que no todos los inmigrantes desean inmigrar a Estados Unidos de manera permanente , y ( 6 ) permita que los inmigrantes temporarios tengan una vía realista para convertirse en residentes permanentes si desean hacerlo. Además, las autoridades de Estados Unidos deben encontrar nuevas formas de cooperación con México para asegurar que la prosperidad económica en México sea una realidad. Si los legisladores de Estados Unidos no abordan todos estos aspectos en forma integral, es altamente probable que la inmigración ilegal se termine convirtiendo en una característica estructural y permanente del sistema.

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